En 1965, la "mujer ideal" en España era presentada como un modelo de sumisión y dedicación al hogar. La sociedad y las leyes de la época promovían un rol claro para las mujeres: ser esposas obedientes, amas de casa eficientes y madres ejemplares. Sin embargo, este modelo estaba lejos de representar la libertad o la igualdad. Hoy, en pleno 2025, es preocupante ver cómo ciertas ideologías y partidos políticos intentan romantizar ese pasado, vendiendo un concepto de "valores tradicionales" que, en realidad, perpetuaba la desigualdad y la opresión.
La mujer ideal de 1965 |
El rol de la mujer en 1965 que algunos añoran
Una igualdad condicionada por las leyes
En 1961 se promulgó una ley que, según su texto, buscaba eliminar "restricciones y discriminaciones" hacia las mujeres. Pero basta con leer el contenido para entender que esta igualdad estaba llena de excepciones y condiciones.
Por ejemplo:
- Las mujeres no podían acceder a ciertos cuerpos armados, ni a roles importantes dentro de la Administración de Justicia.
- Aunque podían trabajar, muchas decisiones dependían de la autorización marital, como la posibilidad de firmar ciertos contratos o gestionar sus propios ingresos.
- La "potestad de dirección" del marido seguía vigente, una figura legal que permitía al hombre ejercer un control total sobre su esposa.
En este contexto, hablar de igualdad era más un gesto que una realidad. La mujer estaba atrapada en un sistema legal y social que la subordinaba al hombre, justificándolo con argumentos de "naturaleza" y "religión".
Separación conyugal, pero no divorcio
Según el Código Civil de 1889, se reconocían diversas causas legítimas para solicitar la separación conyugal, entre las que se encontraban el adulterio, los malos tratos, el abandono del hogar o incluso intentos de corrupción o prostitución de los hijos. No obstante, esta separación no suponía la ruptura definitiva del vínculo matrimonial, lo que implicaba que los cónyuges separados no tenían permitido volver a casarse ni formalizar nuevas relaciones.
Pero la sociedad de la época dificultaba enormemente su aplicación. Temas como el maltrato eran considerados tabú, lo que obligaba a muchas personas, especialmente a las mujeres, a mantener el silencio y aceptar su situación como algo inevitable.
Las mujeres víctimas de maltrato no solo enfrentaban un marco legal restrictivo, sino también un entorno social que las estigmatizaba y las excluía si decidían abandonar el modelo familiar impuesto.
Esta realidad alimentaba un círculo de dependencia, particularmente en el caso de las mujeres, quienes debían superar obstáculos en diversos niveles:- Social: rechazo y aislamiento por parte de su entorno.
- Económico: ausencia de autonomía financiera y dificultades para integrarse en el mercado laboral.
- Cultural: creencias profundamente arraigadas sobre el rol femenino, que las relegaban al ámbito doméstico y subordinado.
Estas condiciones hacían que tomar la decisión de separarse, e incluso rehacer sus vidas, se convirtiera en una tarea prácticamente imposible para la mayoría.
Si bien la normativa reconocía la separación conyugal como una opción, en la práctica servía para consolidar un sistema que restringía severamente la libertad y los derechos de las mujeres. Para muchas, la separación no representaba una verdadera alternativa, sino una trampa que las mantenía atadas a un contexto de subordinación y control.
La mujer en la España franquista
El Boletín Oficial del Estado (BOE) de 1961 reflejaba con claridad la ideología del régimen franquista en relación con el papel de la mujer en la sociedad. En sus páginas, el texto destacaba que el Estado español pretendía "libertar a la mujer casada del taller y de la fábrica". No obstante, esta supuesta "liberación" no representaba un gesto de emancipación, sino más bien una estrategia orientada a consolidar la idea tradicional de que el lugar de la mujer debía limitarse al hogar.
Dependencia económica y subordinación
El principal objetivo de esta política era claro:
- Fomentar la dependencia económica de la mujer hacia su esposo.
- Sacrificar las ambiciones personales y profesionales femeninas en favor de su "misión familiar".
- Reforzar un modelo de sociedad patriarcal que confinaba a las mujeres al ámbito doméstico.
La "autorización marital": un yugo legal
Entre las restricciones más severas de la legislación franquista se encontraba la denominada "autorización marital". Este requisito imponía a las mujeres casadas la obligación de obtener el consentimiento expreso de sus maridos para realizar diversas acciones, tales como:
- Firmar contratos laborales.
- Administrar bienes propios o del matrimonio.
- Abrir cuentas bancarias.
- Solicitar el pasaporte o el carnet de conducir.
Estas normativas no solo recortaban la autonomía de las mujeres, sino que además las situaban en una posición de clara subordinación legal frente a sus cónyuges.
El camino hacia la igualdad
La derogación de la "autorización marital" no tuvo lugar hasta la aprobación de la Ley 14/1975, el 2 de mayo. Esta reforma marcó un avance significativo en la lucha por los derechos de las mujeres en España, ya que:
- Permitió a las mujeres casadas realizar actos jurídicos y económicos sin depender del permiso de sus maridos.
- Constituyó un primer paso hacia la igualdad jurídica entre hombres y mujeres.
- Sentó las bases para futuras reformas legales en materia de género.
A pesar de este logro, resulta imprescindible subrayar que la igualdad plena, tanto legal como social, seguía siendo un objetivo lejano. La lucha por los derechos de las mujeres continuaría en las décadas posteriores, enfrentando barreras culturales y estructurales profundamente arraigadas.
Una realidad que no debemos olvidar
Hoy, en pleno siglo XXI, resulta aterrador ver cómo algunas mujeres apoyan ideas que buscan regresar a ese pasado. Les han vendido el mito de una época dorada donde "una sola persona trabajaba y bastaba para mantener a la familia", ignorando el coste humano y social que esto tenía para las mujeres.
El hecho de que algunos partidos políticos promuevan estos "valores tradicionales" no es casualidad. Se aprovechan del descontento y la nostalgia para imponer ideologías retrógradas que ponen en peligro los derechos conquistados por las mujeres durante décadas de lucha.
La mujer ideal de 1965: ¿Eso es lo que queremos?
No podemos permitir que se romantice un pasado que estaba lejos de ser ideal. Las mujeres de 1965 vivieron bajo un sistema que limitaba sus libertades, perpetuaba la violencia y las obligaba a conformarse con un rol predeterminado.
En 2025, la igualdad plena no es negociable. Es responsabilidad de todos y todas luchar contra las ideologías que intentan devolvernos a esa época de desigualdad y opresión. Porque el progreso no está en mirar atrás, sino en seguir avanzando hacia un futuro donde cada persona tenga la libertad de decidir sobre su propia vida.
La igualdad es un derecho, no un privilegio.
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