Galicia se tiñe de blanco, pero no precisamente por la nieve. La ola de frío que azota la comunidad ha provocado que miles de gallegos recurran a los pellets como combustible para calentar sus hogares. Pero no se trata de los pellets habituales, sino de los que han llegado a las costas gallegas tras el naufragio de un buque cargado de fardos con este material.
Un salón con una estufa de pellets de un hogar típico en la costa gallega |
El pasado 8 de diciembre, el buque Toconao, de bandera
liberiana y propiedad de una empresa con sede en Bermudas, perdió parte de su
carga frente a la costa norte de Portugal. Desde entonces, millones de pellets
se han dispersado por el litoral gallego, causando un grave problema
medioambiental y sanitario.
Pero lo que para algunos es un desastre, para otros es una
oportunidad. Un grupo de voluntarios se ha organizado para recoger los pellets
de las playas y venderlos en el mercado negro a precios irrisorios. Se trata de
una operación clandestina y peligrosa, que implica el uso de planeadoras,
mariscadores y redes de contrabando.
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ha reconocido que
no tiene información sobre el alcance del vertido ni sobre la identidad de los
responsables. Ha culpado al Gobierno central de ocultarle los datos y ha
acusado a la oposición de aprovecharse de la situación para hacer campaña
electoral de cara a los comicios del 18 de febrero.
Rueda ha defendido que la competencia de la limpieza de las playas es municipal y que la Xunta solo puede actuar en caso de emergencia. "El que quiera traficar, que trafique. El que no, que siga haciendo campaña con la oposición en Galicia", declaró durante un desayuno informativo en Madrid.
Sin embargo, la industria pelletera no encuentra gracia en la situación y ha puesto el grito en el fuego. Con pérdidas millonarias y un precio en caída libre del 95%, los productores presionan a la Xunta para poner fin al inusual narcotráfico de pellets.
Ante la presión, la Xunta ha decidido subir al nivel 2 de emergencia, no para detener la invasión de pellets, sino para acabar con la recogida ilegal. El objetivo es frenar el narcotráfico de pellets, que está causando un grave perjuicio a la industria pelletera gallega.
Pero los traficantes no se dan por vencidos. Uno de ellos,
Bernardino Garrido, que prefiere mantener el anonimato, ha declarado que la
recogida de pellets es muy complicada, pero también muy rentable. Ha explicado
que los pellets son muy ligeros y que la marea los puede arrastrar de nuevo al
mar. Por eso, hay que actuar rápido y con discreción.
El traficante ha reconocido que los pellets son muy
contaminantes y que pueden afectar a la salud de las personas y de los
animales. Pero ha asegurado que eso no le importa, porque lo único que le
interesa es el dinero. “El que quiera calentarse, que se caliente. El que no,
que se congele”, ha sentenciado.
Mientras tanto, los vecinos de las zonas afectadas se quejan
de la situación. Uno de ellos ha afirmado que la playa está llena de porquería
y que es un riesgo para la salud pública. Ha denunciado que los pellets se
degradan y liberan sustancias químicas en el mar y en la arena, y que pueden
acabar en el estómago de los peces y de las personas que los consumen.
“Esto es una vergüenza. La costa va a estar plagada de
pellets durante años. Y nadie hace nada para solucionarlo. Ni el Gobierno, ni
la Xunta, ni nadie. Solo los traficantes, que se están forrando a nuestra
costa”, ha lamentado.
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